La argumentación zenoniana del Parménides de Platón
El Parménides platónico parece tener una intención claramente polémica, probablemente motivada por el interés del autor en revisar muchas de las tesis expuestas en diálogos anteriores, presentando nuevas perspectivas y matizando algunos aspectos que se habían desarrollado de manera más sencilla.
El análisis de las hipótesis de la segunda parte muestra un modo de proceder que sin duda recuerda a las aporías de Zenón y no está muy lejos del estilo del propio sofista Gorgias en su tratado Sobre el no ser o sobre la naturaleza. Se plantean esas hipótesis a modo de disyuntiva y se concluye que ninguna de esas soluciones excluyentes resulta satisfactoria, de manera que se ha de postular un nuevo punto de partida.
También puede destacarse la semejanza con respecto al procedimiento desarrollado en el Teeteto, diálogo redactado, a buen seguro, en una fecha muy cercana al Parménides. Ambas obras abren lo que habitualmente se entiende como la fase crítica de la filosofía platónica. De acuerdo con la clásica propuesta de Cornford (en La teoría platónica del conocimiento), el Teeteto puede entenderse como una extensísima reducción al absurdo, intentando definir la episteme sin hacer ninguna alusión a la teoría de las Formas, de manera que la conclusión aporética del diálogo ha de entenderse como una defensa de la necesidad de esas entidades inmateriales e inmutables, sin las cuales, como se señala al inicio del Parménides, “no habrá adónde dirigir el pensamiento” (135b).
Lo que deseamos destacar en esta exposición no es, por lo tanto, la tantas veces estudiada influencia parmenídea en el pensamiento de Platón, que parece alcanzar su cénit en el famoso “parricidio” del Sofista, sino la herencia dialéctica que se muestra de manera muy clara en el Parménides y que hunde sus raíces en el peculiar y sugerente estilo de Zenón de Elea.
El papel que desempeña Zenón en el diálogo no es, por lo tanto, meramente testimonial, sino que su argumento acerca de la pluralidad, lo semejante y lo desemejante, da lugar a la compleja discusión que se desarrolla durante el resto del diálogo y, especialmente, en el análisis de la Teoría de las Formas de la primera parte de la obra. Pero la influencia del discípulo de Parménides no se limita a estimular la discusión, sino que su modo de razonar es uno de los aspectos centrales de toda la conversación.
Precisamente, el principal problema socrático, como se indica en 135c, es su falta de experiencia y su incapacidad para emplear el método de razonamiento zenoniano con habilidad suficiente como para demostrar las tesis que pretende defender. Esto supone una muestra más de la importancia que tiene en el Parménides, no sólo el contenido de las tesis ontológicas que se ponen en cuestión, sino el método racional por medio del cual puede alcanzarse certeza a propósito de ellas.
Ya en un interesante pasaje de Fedro (261d), diálogo cuya redacción se estima en una fecha muy cercana a la del Parménides, Platón se refiere al arte del Palamedes de Elea, expresión que muy probablemente alude al propio Zenón. En él se destaca la habilidad dialéctica del discípulo de Parménides, capaz de hacer creer al auditorio que las mismas cosas son semejantes y desemejantes (ὅμοια καὶ ἀνόμοια), únicas y múltiples (ἕν καὶ πολλά), inmóviles y móviles (μένοντα καὶ φερόμενα). Todos estos términos recuerdan sin duda tanto al poema de Parménides como a la discusión del diálogo que lleva su nombre.
Cornford (en Platón y Parménides), sin embargo, cree que Platón menosprecia el estilo de Zenón asociándolo a la retórica de los sofistas, que pueden persuadir sobre cosas falsas y que no se preocupan por el conocimiento de la verdad. Obviamente, el nombre del héroe griego nos recuerda también a otro de los discursos de Gorgias, la Defensa de Palamedes, que también emplea dicotomía y disyunciones para alcanzar la conclusión que se pretende demostrar.
Sin embargo, ese pasaje del Fedro discute los recursos persuasivos del discurso, que desempeñan una función fundamental en la verdadera retórica, aquella que se sirve de los recursos lingüísticos y dialécticos como segundo paso tras el requisito fundamental, que no es otro que el conocimiento de la verdad sobre el tema acerca del cual versa el discurso.
Siendo así, Zenón se convierte en una pieza fundamental para la comprensión, tanto del Parménides, como de varios aspectos centrales del pensamiento platónico. El estilo del filósofo de Elea no solamente es un arte de la discusión y la controversia (ἡ ἀντιλογική), sino una manera de razonar y de descartar hipótesis cuyas conclusiones resulten contradictorias o insatisfactorias, un ejercicio (γυμνασία) que nos prepara para la adquisición de la verdad que, por lo tanto, debe considerarse como una herramienta plenamente filosófica. Tanto es así que, antes de comenzar la tercera parte del Parménides (135d) que examina las hipótesis acerca de lo Uno, el maestro de Elea recomienda a Sócrates lo siguiente: “Esfuérzate y ejercítate más, a través de esa práctica aparentemente inútil y a la que la gente llama vana charlatanería, mientras aún eres joven. De lo contrario, la verdad se te escapará”.
Zenonian Form of Reasoning in Plato’s Parmenides
The Platonic Parmenides may be described as a refutative or controversial text. This was likely motivated by the author’s interest in revising some of the theses that had been explained in previous dialogues, as well as by his interest in presenting new perspectives and offering nuances to certain aspects developed in a simpler manner in previous works.
The analysis of the hypotheses in the second part of the dialogue shows a new procedure that reminds us of Zeno’s aporias and that is not far from the sophist Gorgias style in his treatise On not Being or On nature. The aforementioned hypotheses are presented as disjunctive propositions and the conclusion suggests that none of the solutions appear to be satisfactory, so that a new starting point is required.
There are also obvious similarities with the method applied in Theaetetus. This dialogue was certainly written around the same time as Parmenides. Both are usually seen as the opening of the critical phase of Platonic philosophy. According to Cornford’s classic proposal (in Plato’s Theory of Knowledge), the whole dialogue should be understood as a very large reductio ad absurdum, since the characters try to define episteme without mentioning the Theory of Forms. As such, the aporetic conclusion of the dialogue must be interpreted as a defense of the requirement of those immaterial and immutable entities, without which we “will utterly destroy the power of carrying on discussion” (135b).
Therefore, what we wish to emphasize in this paper is not the well-known Parmenidean influence on the Platonic thought, which seems to reach its peak in the famous “parricide” in the Sophist, but the dialectical heritage that can be found in Parmenides due to the peculiar and suggestive style of Zeno.
As a result, Zeno’s role in the dialogue is not merely testimonial. On the contrary, his argument on plurality, the likeness and the unlikeness, results in a complex discussion that takes place during the rest of the dialogue as well as in the analysis of the Theory of Forms in the first part of the text. But the influence of Parmenides’ disciple is not only seen in the fact that he triggers this discussion but, more importantly, in the actual form of reasoning, which is one of the key aspects of the whole conversation.
Precisely, the main Socratic problem, as indicated in 135c, is his lack of experience and his inability to use the Zenonian method with sufficient skill to prove the theses he intends to defend. This is another example of how the focus in the Parmenides is not only placed on the content of the ontological theses, but on the rational method employed to reach certainty about them.
In an interesting passage of Phaedrus (261d), which was likely written at a very similar time to that of the Parmenides, Plato mentions the art of Palamedes of Elea, an expression that seems to allude to Zeno himself. The author stresses the dialectical ability of Parmenides’ disciple, able to make the audience believe that the same things are like and unlike (ὅμοια καὶ ἀνόμοια), one and multiple (ἕν καὶ πολλά), immobile and mobile (μένοντα καὶ φερόμενα). All these terms undoubtedly remind us of Parmenides’ poem and the discussion of the dialogue named after him.
Nevertheless, Cornford (in Plato and Parmenides) believes that Plato is underestimating Zeno’s style by associating it with sophistic rhetoric, which allows for false premises to be taken for truths. Obviously, the name of the Greek hero also reminds us of another of Gorgias’ texts, the Defense of Palamedes, in which he also employs dichotomies and disjunctions to reach the conclusion intended.
However, the abovementioned passage of Phaedrus discusses the resources of speech for persuasion and how they can play a key role in true rhetoric by using linguistic and dialectical resources only as the second step after the main prerequisite of the speech: the knowledge of the truth about the subject of said speech.
Thus, Zeno becomes an essential piece for the understanding of the Parmenides, as well as of several crucial aspects of the Platonic thought. The style of the philosopher of Elea does not only represent a high form of artistic discussion and controversy (ἡ ἀντιλογική), but also provides a form of reasoning that allows to discard hypotheses which could result in contradictory or unsatisfactory conclusions. It is an exercise (γυμνασία) that prepares us for the grasping of the truth and, as a result, ought to be considered nothing but a philosophical tool. In fact, just before the beginning of the third part of Parmenides (135d), in which the hypotheses about the One are examined, the master of Elea recommends the following to Socrates: “exercise and train yourself while you are still young in an art which seems to be useless and is called by most people mere loquacity; otherwise the truth will escape you”.